lunes, 18 de mayo de 2015

UN SAN ISIDRO DE ROMPE Y RASGA


De novela, oiga usté…
Y me explico. Por motivos que no vienen al caso, (y que explicaré en un próximo post) hace casi tres meses que no piso este blog ni casi el asfalto.. Pero el día del santo patrón de los madriles, San Isidro Labrador, y por lo tanto de los cuatro labriegos y destripaterrones con tractor que quedan en España, acompañado por mis sobrinos, tomé la firme decisión de darme un voltio por la pradera del Santo y ver “in situ” su “milagrosa” fuente. 

Y prefiero redactar cierta parte de lo visto, oído y vivido en clave de novela costumbrista con cierto matiz cómico, puesto que cuando se trata de escribir sobre el pueblo llano y sus reacciones y expresiones ante posibles milagros acuíferos, sus comentarios son de lo más chuscos y variopintos. 

Aterricé en la pradera justo a la hora de la pitanza, aunque a decir verdad mi menda previamente, en una tasca de mi barrio ya se había metido entre pecho y espalda tres vermús sin soda, una de almejas a la marinera, una de navajas plancha y otra de atún con all i oli. Por lo tanto la comilona campestre que se estaban zampando en la Pradera los fieles de San Isidro no hizo mella en mí. 

De inicio observé con cierto asombro que la jeta o faz de la concurrencia no se correspondía en su totalidad con rostros puramente castizos. Ni su atuendo o vestimenta tampoco. Por un momento pensé que San Isidro había hecho campaña electoral en Zambia, Sudán, Turquía, Colombia, México, Cuba, Perú, Ucrania, Marruecos e incluso Paquistán y China,… tal era la mezcolanza babélica de razas, lenguas y credos que se amontonaban en la Pradera isidril. 

Está claro que toda esa etnia no degustaba simplemente la clásica tortilla española, los filetes empanaos, las gallinejas, etc,.. porque cada una de ellas iba a su aire zampándose platos culinarios de sus respectivos países de origen, y trasegando algo más que la sangría y tinto de verano. 

Cuando hizo acto de presencia el ron antillano-dominicano, la chicha peruana, el tequila mejicano, el vodka ucraniano y el licor de lagarto chino, tal coctel alcohólico fue el detonante para que la pradera se convirtiera en un festival pop-rock de cante y baile multirracial. 

Eso sí, contando con la valiosa colaboración de viejos canijos disfrazados de chulapos y manolas fondonas con refajo, mantón de Manila, pañoleta blanca y clavel reventón, que a pesar del termómetro marcando los 35º, se marcaban chotís tras chotís sin temor a una bajada de tensión o súbito infarto. 

Allí cantaba y bailaba todo Dios, excepto los vascos y catalanes que no hicieron acto de presencia en el evento, porque ambas comunidades son muy suyas para demostraciones folklóricas autóctonas, aunque a decir verdad no me imagino a un vasco bailando con los brazos caídos y más tieso que un palo danzando un aurresku, ni a un catalán con barretina compartiendo una sardana con un negro zambiano o senegalés. 

Cuando me acerqué a la “fuente milagrosa” distinguí una cola kilométrica compuesta de fieles armados con bidones, botijos, botellas, cantimploras y recipientes de gran calibre. Caso aparte fueron las actitudes y los retazos de conversaciones que pude captar auditivamente en la Fuente del Santo. Lamenté no llevar mi grabadora, pero de todas formas recuerdo perfectamente parte de ellas. 

- ¡Apúrate amorsito que sacabará el agua y ensima e grati ! – vociferaba una cubana de buen ver, rebosante tetumen y esplendoroso culamen embutida toda ella en un mini vestido que no tapaba ná de ná. 

- Tranqui chati, que esto no es La Habana, que estamos en Madrí y aquí no falta de ná, coño – respondió con castizo acento el “amorsito”, a todas luces un jubilata con posibles vestido de chulapo con un bidón de cinco litros cargado en la chepa – ¡Y ponte el clavel en la cabeza, no entre las tetas, joer, que estás dando el cante, leschee!.... 

- Etto…, eso del agua milagrosa e una milonga, viejo – terció otro jubilata con pinta de gaucho viejo procedente sin duda de la pampa patagónica – E una farsa pa que vos vení acá y soltés la plata pa lo curas. 

- Y entonces tú pa que vienes?, ¡soplapollas! – aulló el “amorsito”castizo, rompiendo una lanza a favor de la tradición. 

- Pue vengo acá pa podé contemplá y disfrutá del peaso de piba que está a tu lao, boludo, que ere un boludo y e muscha hembra pa tu esqueleto, viejo. 

- ¿Viejo yo?... ¡Me cago en tu puta madre, maricón de mierda! – se desmadró el castizo, tirando de bidón a modo de maza contra el ex gaucho patagón. 

El lance no llegó a mayores porque en estos sacros lugares siempre hay personas que ponen orden y concierto entre los asistentes, separando a los antagonistas. Pero lo que me quedó muy claro fue el hecho de que el furibundo y castizo ataque no fue debido a defender el mancillado honor de su chati cubana. Lo que le jodió al castizo fue que el gaucho-jubilata mentara su esqueleto y le llamara viejo. 

- De todas formas el agua de esta fuente seguro que es del Canal de Isabel II, aunque hace siglos era de un antiguo manantial – comentó uno que estaba en la cola, un tipo mastodóntico ataviado con la camiseta del Real Madrid – Lo que está por ver es si es milagrosa y hace milagros – concluyó escéptico. 

- ¡Pero tú por si acaso vas a llenar la garrafa hasta el borde, mamón!..¡ A ver si por casualidá el año que viene ganáis algún título, que eso sí sería un milagro, peazo gilipollas! 

No hace falta decir que el tipo que pronunció tales palabras era del Atleti y que su camiseta era rojiblanca con la jeta de Simeone en la espalda. 

Pero esa discusión SÍ que llegó a mayores. Hubo hostias por un tubo hasta que llegaron los municipales repartiendo estopa a diestro y siniestro. Porque una cosa son las tradiciones, la fuente, los milagros y San Isidro, y otra muy distinta el fútbol. Eso SÍ que es sagrado. 

Como escribí al principio de este post: Un San Isidro de rompe y rasga. 
De novela, oiga usté. 

José Luis de Valero.