ÚLTIMO POST DE UN CICLO.

En verdad que los españoles somos gente seca y áspera igual que la propia tierra que nos ha visto nacer. Somos parecidos al lobo, hecho al hambre y a la pelea diaria para conseguir aunque sólo sea un asomo de pitanza que llevarse al diente. Parecidos a él por la congoja de sabernos perseguidos por dos terribles e implacables cazadores como lo son la Iglesia Católica y la propia Monarquía que nos sangran; la una, hoy en día con sus inquisitoriales hogueras morales y su advenimiento con terroristas, y la otra con los permanentes tributos que los españoles tenemos que aforar para el mantenimiento de una Casa Real corrupta y un Gobierno inoperante. 

Como doy a entender y escribo en un capítulo de mi novela PÁGINAS ENTRE LA TIERRA que se desarrolla en Madrid en pleno siglo XVI, sus letras tienen en pleno siglo XXI la misma validez que las tuvieron antaño: 

 “-Tened presente caballeros que Madrid, siendo la capital del Reino, es de igual forma reducto de gañanes, asesinos a sueldo, hideputas blasonados, reales putones, curas cabrones y manifiestos fulleros. Villa y Corte donde convive el cristiano viejo junto al moro, el marrano o judío converso y con los nobles esclavizando y jodiendo a sus pecheros bajo el mismo cielo. Tierra en fin, preñada de personajes de contraste manifiesto. La tropa aquí presente es consecuencia y buen testimonio de todo ello. Y por supuesto que hoy en día entre estos gañanes y julandrones que aquí veis, no se encuentran hideputas blasonados, ni curas, ni cristianos viejos y ni asomo de judíos conversos. Como podéis comprobar, caballeros, sólo son unos putos españoles, amén de asesinos a sueldo.” 

Pertenecemos pues a una raza acostumbrada desde siglos a malvivir en una miserable existencia, habiendo crecido en una tierra de moros, judíos e hidalgos cristianos, todos ellos de la estirpe de Caín, mayormente sin un ochavo todos ellos, rodeados de pan duro y sabiendo que a veces para poder comerlo, previamente será preciso robárselo al mismo Dios aunque lo tuviere a buen recaudo en alguna iglesia o convento. 

Hemos visto a nuestros padres y ancestros dejarse la vida en el reseco terruño regado con el sudor y la sangre de mil generaciones. Por eso nosotros, los españoles, hacemos honor a nuestros campos yermos. Somos secos, ásperos y despiadados y por ello de vez en cuando, nos tenemos que roturar para depositar en nuestro interior la semilla de la paz y dejar que la misma fructifique en los surcos del alma. 

Este escrito pretende ser un arado que surque en dos mi atormentado espíritu, presto ya a rendir cuentas ante ese Dios a quien serví, al que traicioné y a quien robe el pan. 

Mi servicio se inició a temprana edad, cuando tan sólo contaba nueve años de edad y se prolongó hasta los veinte teniendo como marco la Universidad Pontificia de Roma. Mi traición se debe a la no aceptación de los Dogmas que la Iglesia me obligaba aceptar y por mi renuncia a vestir el negro uniforme de Cristo. 

Mi robo consistió en valerme de la Iglesia Católica para estudiar cuanto me fuera posible porque en aquellos años, a los pobres y a los hijos de oficiales republicanos vencidos en una guerra, no nos cabía otra opción que aliarnos con la Iglesia católica si en verdad deseábamos abrirnos paso en la vida. 

De todas formas mi robo me sirvió de bien poco, puesto que a pesar de graduarme Cum Laude, de regreso a España libre ya de sotana, el Estado y la Iglesia franquista se negaron a convalidar mis estudios eclesiásticos por una titulación civil. Cuando fui humildemente a solicitar dicha convalidación, las palabras que escuché en una audiencia privada de boca de monseñor Narcis Jubany, en aquellos años Obispo Auxiliar de Barcelona y posteriormente Cardenal, no admitían réplica: 

“Roma no paga a los traidores.” 

Como le contesté a una de mis comentaristas: muchas veces hablando conmigo mismo, pienso que la Iglesia salió ganando, puesto que si hace cincuenta años yo hubiera jurado mis votos, de ser sacerdote, andando el tiempo lo más probable que hubiera cambiado la Cruz por un Mauser sin dejar de creer en Jesucristo. 

Este es mi último post de un ciclo en Blogger que se inició el 25 de Enero de 2009 y que finaliza en la presente fecha por motivos puramente clínicos y también anímicos. No descarto el regreso, aunque sólo sea para contestar a mis comentaristas, pero no para publicar nuevos post, máxime si una vez sometido a diferentes pruebas, podré o no reintegrarme a mis labores. Pero eso está por ver. La decisión final está en manos de ese Dios a quien serví, al que traicioné y a quien robe el pan. 

José Luís de Valero. 

NOTA ADICIONAL: 

Debajo del título de este Blog, DESDE EL INFIERNO, veréis una nota que indica: ACTUALIZADO CON FECHA:….. , ya que en este blog no se publicarán más entradas, aunque sí actualizaciones cuando se produzcan subidas de vídeos y comentarios que serán automáticamente actualizados. Los comentarios quedan abiertos para quien desee opinar sobre esta entrada y la trayectoria global de esta bitácora. 

En la barra lateral iré insertando los vídeos más destacados, tal y como solicitó CANDELA en mi anterior post. El primero de ellos es LA BATALLA POR LA LIBERTAD.  Ésta entre otras, ha sido y es mi batalla y también la de todos los que hemos luchado codo con codo en Blogger mediante nuestra opinión a favor de la Libertad de Expresión y pensamiento. 

Este vídeo se emitió el 15 de Diciembre de 2011. Periódicamente iré actualizando el blog, pero únicamente en la sección de Comentarios y cuando se añadan vídeos en la barra lateral. Desde hoy este Infierno apaga sus calderas y su autor se traslada a DESDE EL CIELO , la antítesis de Desde el Infierno. 

Encontraréis su link de acceso directo en la cabecera de este blog. Quizá si me visitáis en ese cielo virtual, sabréis el porqué de mi mudanza y los motivos que me han impulsado a ello. Sólo os ruego que antes de dar lectura a mi primer post, leáis con detenimiento las palabras que he insertado bajo el título del blog. 

Gracias a todos, amigos y enemigos, 

por haberme soportado durante los últimos cuatro años.