miércoles, 5 de marzo de 2014

PÁGINAS AL VIENTO DE LA BAHÍA


Despuntaba el alba sobre la gaditana bahía 
y Cádiz, mi amada Gades, como una novia resplandecía, 
de blanco ataviada, a la espera de su esposo, el nuevo día,… 
Con el amanecer clareando, la luz se extendía 
igual que un barniz sobre la arena entre las viejas barcas de pesca 
varadas acá y allá, agazapadas, casi escondidas, 

Rugía el mar y aullaba el viento. 

 En el amanecer de aquel día, me aproximé caminando 
hasta el milenario y para mí, entrañable puerto. 
Un viejo marino apoyado en la caña de su vieja barca 
me miró con mustio gesto. 

Tenía la mirada perdida y ausente de los vencidos. 

Rugía la mar, aullaba el viento. 
Hablaba el viejo para sí, con la voz queda, 
y entre silencio y silencio, musitaba un monólogo 
compuesto por parte de sus poéticos recuerdos: 

 Viejo poeta – se decía – iluso, necio, 
que desgranando vas sentimientos, 
creyendo que en Cádiz, alguien, 
hará caso a tus sonetos. 

 Esconde tu alma, 
silencia tu verbo, 
cierra tu mente y arroja, 
todas tus musas al fuego. 

 Deja ya de soñar, viejo, 
que el mundo no entiende de sentimientos, 
refúgiate en tu soledad, 
y canta para ti, en silencio. 

 Salpicado por la bruma, 
bogando al viento, 
surqué el mar de la vida, 
rodeado de silencios. 

El viento azotó mi alma, 
la mar rodeó mi cuerpo, 
deseo naufragar, ahora, 
 para dormirme en su seno. 

 Mi vida zozobra ya, 
la espuma envolverá, como blanco sudario mi cuerpo, 
fundido estaré con la mar, navegando desde Cádiz, 
 hasta el Puerto del Gran Silencio. 

Rugiente mar, blanco sudario que cubrirá mi marchito cuerpo. 

 Aquel gaditano, solitario navegante venido de tierra adentro, 
izó blancas velas de algodón que se alzaron 
cual gaviotas azotadas por el viento. 
Aguardaba a que las brisas portantes lo impulsaran mar adentro, 
hasta perder de vista la gaditana tierra que le vio nacer…. 
hasta perderse para siempre, mar adentro. 

 El marino en su travesía, 
dialogar quería con sus amigos y hermanos delfines, 
 que en su rumbo alocadamente se cruzarían 
 animándole en su último viaje en pos de la libertad 
 con destino al puerto del Gran Silencio. 

 El gaditano marino no había fijado ningún rumbo 
ni trazado signo alguno en la carta de navegación. 
Cerró los ojos. Se dejaría llevar por el viento, pensó, 
cabalgando sobre la cresta de unas olas que le salpicarían, 
purificando su espíritu, y templando su viejo y ajado cuerpo. 

 Bajo el brazo, portaba el viejo un cúmulo de papeles, 
páginas por él escritas en finiquitados tiempos. 
Ellas eran sus compañeras de viaje, 
 la recopilación de toda una vida, 
el signo gráfico de su propio testamento. 
El viejo marino había sido en su día un escritor viajero. 
Mostrándome las páginas, el viejo gaditano me habló, 
en un susurro, muy quedo: 

 Hoy están conmigo – dijo – 
Las acojo entre mi pecho al calor que les proporciona mi cuerpo.
 Ellas y yo nos hemos fundido en uno, para lanzarnos al viento. 
Huimos de esta gaditana tierra, 
que mancillarla con mi cuerpo muerto, no quiero. 
Nos sumergiremos en nuestra madre la mar, 
entre toneladas de blanca espuma, 
sobre las olas que nos mecerán, durmiéndonos, 
hasta el fin de los tiempos. 
Rugiente mar, blanco sudario que cubrirá nuestros marchitos cuerpos. 

 El marino soltó amarras, levó el ancla, huyó, 
partió en pos de su libertad, 
cabalgando sobre las olas, impulsado por el viento, 
Su vieja barca zarpó, libre al fin de ataduras, 
libre al fin de su destierro. 

 El viejo marino, alejándose, me miró, 
despidiéndose de mí con dulce gesto. 
No tenía ya, la mirada perdida y ausente de los vencidos. 
No pude oír ni una palabra más, por el rugir del viento. 
El Atlántico tronó al pie de los arenales 
reclamando para sí, a su hijo gaditano, el escritor viajero. 

 Nos miramos fijamente. 
Nos despedimos en silencio. 
Rugía la mar, aullaba el viento. 
Proseguí mi caminar entre los varados barcos 
de aquel milenario y gaditano puerto, 
y sin volver la vista atrás, me fui caminando en silencio, 
salpicado por la bruma y azotado por el viento. 

 Cádiz, mi amada Gades, quedó atrás, 
en torrentes de luz sumida, 
de blanco ataviada, con el nuevo día ya desposada, 
y arrullada por las olas de la mar, que celosamente, 
en sus entrañas aguardaba el cuerpo de un escritor viajero.

 Aquel viejo gaditano que cuando zarpó. 
decidió para no mancillar la playa, agonizar tras el horizonte, 
yendo su cuerpo a morir más allá de la bahía,…. 
entre las olas del mar,,,, lejos de su amada Gades, 
allá donde la visión de su tierra amada se perdía y entonces,… 
entonces sí, pensaría,…entonces de añoranza… 
y con el alma rota,
 libremente llorar podría.

José Luis de Valero. 

Relato poético ganador del Primer Premio Ciudad de Cádiz 2004 
 Copyright © 2003 José Luís de Valero 
Todos los derechos reservados


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9 comentarios:

  1. ¡C*ño, José Luis!: Desconocía esta faceta tuya. Voy a acompañar tu disertación marinera-viajera con un poemilla mío también marinero, ahí va:

    PERSEVERANCIA

    Mientras la mar dormita de forma reposada
    sobre las rocas y las playas:

    ìcon gracia singular
    al compás de las olas
    se mecen juguetonas
    la gaviota y la barca!

    La mar a veces se encabrita
    y escribe música de Wagner
    y lo hace de forma desatada,
    y se nos fuga y salta
    y deja el pentagrama.

    Mientras la mar escribe infinidad de notas
    sobre su espuma blanca:

    ¡con gracia singular
    al compás de las olas
    se mecen juguetonas
    la gaviota y la barca!

    La mar guarda secretos que no cuenta
    y esconde mil historias de piratas
    y tañe entre lamentos contenidos
    ahogadas notas tristes de campana;

    ¡la mar quiere cantar pero no canta!

    Mientras la mar recoge silencios y sollozos
    sobre su tierna y maternal estampa:

    ìcon gracia singular
    al compás de las olas
    se mecen juguetonas
    la gaviota y la barca!

    Y unas veces se agita y se enciende
    y otras veces se calma y se apaga;

    ¡la mar, bendita mar,
    sosegada o revuelta
    no sabe estar callada!

    ¡Ay mar!, mar hacedora de momentos alegres
    y anunciadora otros de penas y de lágrimas,
    mientras amargamente languideces:

    ìcon gracia singular
    al comp·s de las olas
    se mecen juguetonas
    la gaviota y la barca!

    Un abrazo.

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    1. Ya sabía yo que también tú tenias alma de marinero. Tus versos te delatan, mi querido amigo. Sólo pueden escribir sobre la mar quienes lleven en sus venas algo de salitre. Las olas, las gaviotas, la barca, el viento, las rocas, el puerto y la playa, siempre están presentes a lo largo de un relato o poesía.
      Y creo que estarás de acuerdo conmigo, que a la hora de redactar un texto o poema en el cual está presente la mar, no nos es dificil hilvanar palabras. Es parecido al discurrir de una navegación de altura con mar apacible,...nudo a nudo,...milla a milla...

      Un abrazo, querido Javier.

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  2. !Joer, capi!...!No se cuando lo celebro más, sin cuando se encabrita, que parece una galerna, o cuando se pone tierno como ahora...Profundos versos, cargados de honda melancolía y además, bellos.

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    1. Pá que veas, mi querido Charne. No es tan fiero el león como lo pintan. A veces me pongo sentimental y aparco la mala leche. En el décimo aniversario de su publicación en Cádiz, he querido rememorar estas letras que según me comentaron en la entrega de premios, hicieron llorar a varios miembros del jurado. También fue emitida a través de la radio, recitada por un rapsoda local.
      O sea, que ya han pasado diez años, pero mis letras siguen vivas,
      Y vivirán más que yo.
      Que así sea.
      Un abrazo, y un brindis:
      Por la mar y por los que surcamos sus caminos.

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  3. Aunque El Mar, No Sea Amigo Mío
    Ni Me Sienta SEguro Sobre El,
    He Navegado En Más De Un Bajel,
    De Motores Y Vela Al Viento Frío...

    Tu Relato, Poético, GENIAL, Amigo Mío.
    Se Vé, Que Para Tí, Tiene Su "AQUEL",
    Cantar A CADIZ Y AL MAR Y Su TROQUEL,
    Que Produce MARINOS De Gran Brío...

    Buenos Versos Y PREMIO MERECIDO,
    Pues Causan Emoción Con Su Lectura.
    CÁDIZ, Mágica Puerta A Lo Desconocido

    ¿Quién Si No, Otra ALMA En Calentura,
    Podría Congeniar Con Un Anciano Hundido,
    Y Despedirle En Su Última AVENTURA?

    Mi Admiración, En Verso Te Evidencio...
    Brindo Por LAS PARTIDAS, EN SILENCIO.

    Un Abrazo Fraternal Y Emocionado.

    Un Brindis Por Todos Los Que Se Van (Nos Iremos), Con La Cabeza Alta Y En Silencio, Sin Molestar A Nadie, A Solas Con Lo Hecho Y Lo Inconcluso, Pero LIBRES Y SERENOS DE CARA AL OCASO.

    Hoy No Hay Grito De GUERRA, SOLO UN D E P SENTIDO, A Quienes Se Han IDO COMO VIVIERON..
    .

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    1. Querido Manuel, tú si que me has emocionado. De tu comentario ha surgido más que una loa a mi pobre y ajada persona, una bella balada, que de ser yo compositor de música, ya la habría plasmado en el pentagrama.
      Tu absoluto silencio al despedirte sin grito de guerra adjunto, es para mi y para lo que está escrito en este post, el mayor de los reconocimientos. Viene a ser otro primer premiio, pero éste mucho más hermoso y humano que el recibido hace diez años.

      Recibe tú también mi fraternal abrazo..

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  4. TU Te Mereces MÁS DE UN HOMENAJE, A La Vista De Tus VALIENTES Y CLAROS TEXTOS Y VÍDEOS. MUESTRAS DE LO QUE ALIENTA EN TU INTERIOR.
    Te Deseo Que La "REVISIÓN DE LAS LENTES DEL PERISCOPIO", TE Sea FAVORABLE Y PROPICIA.
    Ya Sabes Que Siempre Podrás Contar Conmigo, Caro Cardinale, Hermano De Lides Y Amigo Fiel.
    Un Abrazo Fraternal,
    Un Brindis Con Lo Que Más Te Agrade,
    ¡SALUT Y FORÇA AL CANUT!
    Y
    ¡¡RIAU RIAU!!

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  5. La cabra tira al monte, pero las buenas personas siempre irán al mar, a sus orillas o mar adentro, que es donde se curte el verdadero hombre.
    Me gustó.
    Un saludo.

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    1. Cierto, camarada. No sé si yo soy buena o mala persona, pero lo que es innegable que mis cenizas serán depositadas en la mar, en el Mare Nostrum, en el que siempre fue y será hasta el fin de los tiempos, Nuestro Mar.
      Espero regresar algún día.
      Un abrazo, mi buen amigo y camarada.

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