“Cuerpos mutilados, antorchas humanas corriendo y revolcándose sobre las enlodadas calles de Schwedt intentando huir de un destacamento de las Schutz-Staffel armados con lanzallamas.”
LA INVASIÓN
CRÓNICA DE UN FUTURO INMEDIATO
Capítulo VII
Aquella fría mañana de Enero, las cúpulas de los principales rascacielos de Berlín emergían entre la niebla al igual que gigantes dispersos entre algodones, mientras la capital federal se desperezaba indolentemente a sus pies envuelta en un opaco amanecer.
El más antiguo y enano de los gigantes que mi vista alcanzaba a contemplar, era el complejo comercial Europ-Center que sobresalía a duras penas entre los jirones de bruma, aupando sus veintidós pisos construidos a finales del II Milenio en la Tauentzienstrasse, intentando competir a duras penas con sus vecinos más próximos que se elevaban hacia el cielo con cincuenta y setenta pisos sobre sus cimientos.
- Este café es una mierda, Karl – dije a mi compañero de mesa, apartando el maloliente brebaje de mis narices y encendiendo el tercer cigarrillo matutino.
- Lo que tú digas Pablo, pero a mí me ayuda a cagar por las mañanas – respondió mi compañero sorbiendo ruidosamente el contenido de su humeante taza.
Karl Weser y yo compartíamos despacho, mesa y ordenadores en el piso 64 del complejo informático Cyber-Reuters situado en la confluencia de la Friedrichstrasse con la Wilhelmstrasse. El gigante de acero edificado en los terrenos donde se asentaba antiguamente la Chancillería del III Reich, albergaba el corazón periodístico europeo.
Miles de periodistas y corresponsales informáticos de todo el mundo, nos dábamos cita diariamente en sus oficinas para emitir desde la central de Berlín hacia el resto del planeta. La veterana Agencia Reuters con sede en la capital federal y pionera en Europa, se había convertido en el mayor procesador electrónico de noticias de todo el globo, desplazando a un segundo y tercer puesto a las poderosas cadenas norteamericanas United Press International y CNN, especializadas en emisiones de TV por cable y vía satélite.
El complejo periodístico-informático de la Agencia Cyber-Reuters financiado exclusivamente por capital alemán, absorbía cada día miles de noticias procedentes de todo el mundo, las cuales después de ser procesadas y una vez filtradas convenientemente, eran lanzadas a los cuatro puntos cardinales por los diferentes sistemas operativos de emisión.
En aquella nebulosa mañana de Enero, la información electrónica que se estaba recibiendo de nuestro corresponsal destacado en el complejo petroquímico de Schwedt era ciertamente extensa y preocupante. La pantalla de mi ordenador receptor de noticias se estaba llenando de datos y párrafos con evidentes signos de desconcierto informativo.
- Deberías echar un vistazo a este comunicado, Karl. Creo que ese tío se ha vuelto loco.
Mi compañero de mesa se acercó con desgana a la pantalla del ordenador frotándose sus todavía adormilados ojos. Karl estaba considerado como uno de los mejores profesionales de la información alemana.
Era un periodista veterano en los medios informativos y estaba de vuelta de la mayoría de trucos profesionales con los que ciertos periodistas alemanes aderezaban sus crónicas para hacerlas más vendibles y al mismo tiempo para demostrar al departamento de Producción de Programas que no malgastaban ni el tiempo ni las dietas de viaje enviando informaciones superfluas.
Karl observó con detenimiento el rápido fluir del texto que nos estaba siendo enviado desde Schwedt y que automáticamente quedaba archivado en el registro general de entradas del computador central.
Encendió su vieja y maloliente pipa de brezo inundando de volutas de humo el amplio despacho, mientras sus ojos recorrían febrilmente el comunicado a través de la pantalla.
- No está loco. Está asustado. Conozco a Max desde hace años y puedo asegurarte que es un tío que los tiene bien puestos. Lo que no acabo de entender es cómo se atreve a encabezar esta noticia con su nombre. Le va a caer un puro.
- No me jodas, Karl. Si esa noticia es cierta, esto es una bomba informativa.
- Tú lo has dicho. Una bomba que puede estallarle en la cara al buenazo de Max. Esta información será filtrada, posiblemente desechada y su autor llamado a las alturas – contestó Karl señalando con el pulgar hacia el techo, indicándome con su gesto la ubicación de la Dirección de Programas situada seis pisos por encima de nuestro despacho – Esto no tiene buena pinta, Pablo. Intenta frenar la recepción de datos en la computadora de entrada o no doy ni un céntimo por el pellejo de Max.
- No sé cómo leches voy a poder hacerlo. Ahora nos empieza a descargar imágenes – repliqué al tiempo que en la pantalla aparecían los primeros planos a todo color – ¿Estás viendo eso?... . ¡La madre que me parió!... . ¡Es la hostia!
Una grabación de video tomada desde diferentes posiciones con teleobjetivo gran angular, desfilaba a toda velocidad por la pantalla. Karl se precipitó sobre los mandos del computador de imagen intentando parar la recepción de unos gráficos que parecían surgir desde las profundidades del Averno. La voz de Max se escuchaba entrecortada y difusa entre una barahúnda infernal de imagen y sonido.
“Cuerpos mutilados, antorchas humanas corriendo y revolcándose sobre las enlodadas calles de Schwedt intentando huir de un destacamento de las Schutz-Staffel armado con lanzallamas. Los gritos de dolor de los refugiados se entremezclan con los salvajes aullidos de las Escuadras de Protección. Una masacre se está gestando en el noroeste de Alemania. Mi equipo de grabación permanece camuflado mientras se toman estas imágenes desde el interior de una vieja fábrica abandonada, situada a orillas del Oder. Ignoro si podré finalizar esta grabación y caso de conseguirlo, dejo en suspenso el índice de posibilidades de las que dispondré para que estas imágenes sean difundidas. Soy consciente de la magnitud de los acontecimientos que se están produciendo en estos precisos instantes en la cuenca del Oder. Mi reloj marca las nueve horas de lo que en adelante será un viernes negro para la historia del pueblo alemán. Los fantasmas del pasado se alzan en sus fosas, dejando espacio para que esta noche sean rellenadas de nuevo con los cadáveres calcinados de miles de refugiados y obreros deportados desde Berlín hasta el complejo petroquímico de Schwedt. El oleoducto que trasiega el escaso crudo procedente de Rusia, hace dos semanas que paró sus bombas de impulsión por la falta de reservas petrolíferas en los pozos de Siberia.”
Tras una breve pausa, proseguía:
“No acierto a comprender la utilidad de la deportación de doscientos mil refugiados con destino a un complejo industrial que dejó de ser operativo hace quince días. Tan sólo se me ocurre pensar que el Comité del Movimiento “Lebensraum” se ha visto desbordado por el acoso migratorio y reclama urgentemente en nombre de la sociedad alemana, el “Espacio Vital” necesario para la supervivencia del pueblo alemán. Mientras tanto, el naciente día se ha convertido en una negra noche que envuelve con un negro y pestilente manto las calles de Schwedt. Los obreros alemanes residentes desde hace años en este sector industrial, se han unido a las fuerzas represivas de las Schutz-Staffel en un claro intento de disuasión y revancha ante la presencia de los doscientos mil refugiados extranjeros que invaden las calles de su ciudad.”
“Las imágenes hablan por sí mismas.
Esta población es la antesala del infierno.
Desde el complejo petroquímico de Schwedt, les habló Max Stern.”
(Continuará)
LA INVASIÓN
Copyright © 2014 José Luís de Valero.
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Ruego a Dios, que esto nunca llegue a suceder. En este mundo, cada cual debería estar en su casa ( casa= lugar de nacimiento) y Dios en la de todos. Creo que para evitar, llegar a tal situación debemos de empezar, a ser ordenados.
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